Bienvenido a mi blog. Sirvan estas entradas para acercaros a mi forma de ver el mundo natural. Espero que a alguien le sea de utilidad.
Jorge Falagán

kfalagan@yahoo.es

miércoles, 19 de diciembre de 2012

El Picaelpez


Detalle de la cabeza de un macho de martín pescador (Alcedo atthis)
 

El Picaelpez

Este es el evocador nombre vernáculo con el que designan al Martín Pescador (Alcedo atthis) en el pueblo de mi padre, Palacios de la Valduerna , muchas veces lo he visto en La Puente Honda en el río de Los Peces (otro topónimo que no deja lugar a dudas..)
El Picaelpez entrañable vernáculo ya aparece en el Manuscrito de Astorga de 1624 obra de referencia en el arte de hacer moscas ahogadas leonesas, (has leído bien, la fecha es correcta, hace casi 400 años) ojalá los que revisan los nombres de aves y los cambian se fijaran en este detalle y otorgaran oficialmente el que nuestros ancestros de forma sabia asignaron.
Las gentes mayores, esas a las que conviene escuchar, tienen en sus cabezas nombres que llevan siglos en el saber de los hombres, no escritos, pero usados durante siglos que con ellos se perderán...
Recuerdo haber leído este manuscrito siendo un rapaz, en mi afán por montar mejores moscas, algo que aprendí tozudamente en (para mí) la cuna de la pesca, aguas abajo del coto de Bachende en mi querido y desaparecido Huelde.
El Manuscrito de Astorga hablaba del cómo había que entreverar algunas plumas de nuestros gallos leoneses indios o pardos de la Cándana con alguna pluma de picaelpez o de relinchón... (pito real) un día escribiré algo sobre la pesca "a la leonesa"!
Este coraciforme es una de esas aves que no deja indiferente al observador, pocas veces veremos más allá de una "bala" azul que a escasos centímetros de las aguas abandona su posadero y se desplaza unas cuantas decenas de metros para volver a percharse en la mimbrera que pende sobre las aguas.
Muchos fotógrafos de naturaleza se han prendado de sus colores y dedican largas horas a intentar sacar una foto de esta especie .



La dificultad de "parar" en una foto a este misil es realmente alta, por ello pocas veces vemos fotos del ave en vuelo.


El martín pescador, como buen pescador necesita de peces, desde una marisma a un estuario, lagunas de interior, ríos, regatos, embalses... allí donde exista una masa de agua con pequeños peces se instalará, se le encuentra más ampliamente repartido en el invierno cuando parte de los ecosistemas acuáticos truncan sus necesidades (heladas, crecidas...) y necesita cambiar de emplazamientos, en época reproductora su distribución es mas restringida.

Buscará aguas paradas donde su penetrante vista pueda observar a los habitantes acuáticos: peces, renacuajos, cangrejos, incluso anfibios adultos y algunos invertebrados y vertebrados terrestres pueden servirle de alimento, si bien ese pico aserrado internamente cual arpón está modelado para la captura de ictiofauna no desdeña otras presas si los peces escasean.

Su técnica de caza habitual es a la espera, desde una atalaya aunque  en ocasiones puede verse brevemente cernido sobre las aguas algo mas típico de otros parientes (ejm. martín pescador pío Ceryle rudis, que vemos cernido en muchos documentales grabados en tierras africanas)

Se zambulle como un alcatraz, con las alas replegadas y en décimas de segundo emerge de las aguas con o sin la captura, perchando de nuevo en su posadero favorito.


Si tuvo suerte golpea a su presa contra el posadero hasta su muerte, lo recoloca en ocasiones lanzándolo al aire y volviéndolo a recoger y lo traga entero a favor de escama, es decir comenzando por la cabeza, técnica habitual en otros ictiófagos como garzas o cormoranes, estrategia que impide que los radios duros de la aleta dorsal de muchos peces se clave en la garganta y se produzca el "atragante".
 

  Foto de una lamprehuela (Cobitis calderoni), en este caso un martín la tenía en el pico y al verme la dejó caer. En la parte dorsal se observan dos marcas del pico de la poderosa pinza, la cabeza también está marcada de los golpes contra el posadero.

Esta costumbre de tragar las presas enteras determina que tengan que expulsar los restos indigestos de las mismas, lo hacen mediante la egagrópila (ver lechuza ) pequeñas (de aprox. 1,3 cm.) y blancas  pues su composición principal son espinas. Las encontraremos bajo el nido o bajo sus posaderos habituales, aunque rápidamente se deshacen, pues no son demasiado consistentes.

Aparentemente debería ser fácil descubrir al picaelpez con esos colores iridiscentes (azules, verdes..) o el naranja de su pecho, pero al contrario no es sencillo de observar cuando está posado. Casi todos los ornitólogos reconocen su reclamo que a base de silbidos penetrantes es el que nos alerta de su presencia las mas de las veces.
 Esta es la silueta típica que se observa de los martines una pequeña mancha azul a escasos centímetros de la superficie de las aguas. Zonas remansadas como la imagen son sus preferidas.

 El nido

Los martines crían en agujeros que ellos mismos excavan en los taludes arenosos o arcillosos, es importante la granulometría del talud, así como la presencia de posaderos cercanos. Excavan con su pico al igual que algunos parientes como los ( ver abejarucos) un túnel profundo con una cámara para el nido al final. A diferencia de los nidos de avión zapador (más pequeños y en colonias), o de abejaruco (redondeados y en colonias), los de martín suelen ser ovalados, más altos que anchos y muchos de los que he visto tienen algo de vegetación tapándolos (raíces, ramas...) lo que dificulta su localización.




 He marcado en rojo la entrada de un nido de martín, ovalado.

Posado en la vegetación palustre, los posaderos horizontales que sobresalen sobre las aguas son sus preferidos. 



 Entre la vegetación riparia donde hay que ser fino para localizarlo. Ojo esta foto la he retocado para darle un aspecto de pintura... por lo que los colores no son muy naturales, pero me gustó el efecto...



Determinación del sexo en martín pescador


Varios ejemplos de cabezas de martines, la mandíbula inferior nos sirve para sexar a esta especie tanto en mano como cuando vemos un individuo posado y lo observamos con un cierto detenimiento. La mancha naranja  del pico (mandíbula inferior) es bastante extensa en las hembras, siendo el pico mayormente negro en los machos adultos y con un poco de naranja en la base en los jóvenes. En las fotos se trata del mismo individuo arriba y abajo.


La coloración naranja del pecho con finas estrías nos habla de un joven, unido a las partes superiores de las patas oscuras y los tonos verdosos de la cabeza y alas.




 Anomalía en el plumaje una pluma que tendría que ser naranja y es azul.

 

Determinación de la edad



Coloración anaranjada-rojiza intensa típica de los adultos












 En los pollos y aves juveniles de normalmente menos de un año se observan las partes superiores de las patas de colores oscuros, la muda de esas "escamas" a medida que envejecen dejará al descubierto el naranja intenso. Se trata de un caracter secundario de datado.

La mejor forma de separar las edades de los martines pescadores es por la coloración de su plumaje, azul brillante en adultos y verdoso en jóvenes del año. En la imagen superior se puede ver a la izquierda el carácter de adulto, y a la derecha los tonos verdosos de joven. Este caso es el más raro que he visto en mis 20 años anillando aves, en un mismo individuo plumaje de joven en el lado derecho y de adulto en el izquierdo. Alguna anomalía en su organismo propició esta situación. Lo normal son aves con plumas adultas, jóvenes, o en proceso de cambio de joven a adulto (pero siempre, menos en este individuo, de forma simétrica en ambas alas, si tiene las grandes cobertoras de adulto, las tendrá en ambas alas) lo que nos permite separar algunos grupos de edad.Como decía este es el único caso en unos cuantos miles de aves de muchas especies que han pasado por mis manos en el que he encontrado plumaje de adulto y joven al tiempo.



 Picaelpez perchado en su atalaya.




Tragando una presa recien capturada.


 En su característico y endemoniado vuelo.





Bueno nada mas, es una especie de la que podría seguir hablando y hablando pues son muchos los martines que han pasado por mis manos para su estudio, pero no me enrollo mas

Espero como siempre que a alguien le sea de utilidad
Seguiremos campeando
Jorge Falagán








domingo, 2 de diciembre de 2012

El duro invierno de la Perdiz Roja


Decía mi abuela Valentina, "que blanca, pero que negra es la nieve..." riañesa ella, pasó casi toda su vida en la montaña, atizando la lumbre, echando de comer a las vacas, friendo unas buenas truchas o haciendo unas sopas de ajo... 
Llegadas estas fechas, los primeros copos de nieve cuajaban  en la montaña, los árboles hacía tiempo se habían desnudado y el frío se adueñaba de los huesos de los hombres. 
Tiempo de pala para hacer pasillos hasta la cuadra, tiempo de pies mojados a pesar de los escarpines, tiempo de tirantez en la piel de la cara, tiempo de sabañones... tiempo de lobos merodeando el pueblo y el corazón de los hombres.
Mi abuela miraba la nieve con unos ojos extraños, sus ojos, como la nieve según la luz cambiaban de color, grises, azules, rosados... no podría decir de qué color eran sus ojos, se que eran preciosos, como la nieve.

Decía aquello de "que blanca pero que negra" porque el invierno era muy duro y si encima venía el año de nevadas se hacía aún más pesado, ¿llegaría la leña bajada a base de soga por los trecheros?, ¿o la hierba segada a guadaña en julio? tal vez la nieve le traía a la cabeza desgracias acontecidas en la montaña, como aquella de la muelda de Huelde (muelda es un alud), en el invierno de 1931, en el que perdieron la vida algunos de sus parientes... la nieve arrancó desde la Peña Las Pintas y acelerada por las fuertes pendientes de Valdelascasas llevó por delante lo que quiso... casas y gentes sepultados
Imagino que eso no se olvida mientras uno vive y la nieve siempre fue negra para ella.
En años en que en otoño se encontraban muchos avisperos escarbados por los zorros, decían mis abuelos que serían años de copiosas nevadas, este año he visto montones de avisperos, imagino que no habrá ninguna forma de saber si hay relación alguna pero lo cierto es que aquí en León ya han caído algunas copiosas nevadas.
Mi abuela inculcó a mi madre el temor a la nieve, y mi madre siempre me alertó de su negrura, pero a mí siempre me gustó la nieve, el sonido sordo que produce al pisarla, las formas que dibuja modelada por el viento, esos copos siempre únicos e irrepetibles que se unen a sus compañeros de viaje tejiendo el blanco manto.
Con las primeras nieves no puedo resistir la tentación de dar un paseo por la montaña, para verla y sentirla, este sábado entre la nieve unas perdices me recordaron por su actitud ahuecada, sufrida, el dicho de mi abuela, sabedoras ellas de que la nieve traerá la desgracia… si no es un día, al otro, serán descubiertas por su peor enemigo, el hombre, ese que ya fraccionó este bando, ese que ya perchó varios de sus pollos, esos que tanto costó criar… volverá a buen seguro, como la nieve...



Perdiz Roja (Alectoris rufa) en la nieve, sus colores crípticos en el terruño son ahora fácilmente visibles por los depredadores.



Si ya es duro el invierno, imaginar que a uno le persiguen, le disparan, le mueven de sus zonas de refugio... algo que muchas de nuestras especies han de soportar en época invernal y que si están justos de fuerzas suele acabar con sus vidas.

 Grupete de perdices en la nieve.


 Los Abedules doblan sus ramas por el peso de la nieve, sin partirse, dejando en ocasiones espacios que son utilizados por varias especies para refugiarse. Tejos, acebos, abedules sirven en esta época no solo de refugio sino de alimento. Estas perdices picoteaban los brotes de abedul que les quedaban a la altura de los picos.


Por mi actitud pausada estas perdices se dieron cuenta desde lejos que no llevaba malas ideas, y siguieron a lo suyo mientras les hacía unas fotos, eso si sin rebasar la distancia de seguridad de las patirrojas, para no someterlas a mas dificultades de las que ya tienen.

El apretado plumaje de las patirrojas les permite mantener el calor corporal, la nieve y la lluvia resbala sobre sus dorsos.

Para nieve profunda nada como imitar a la naturaleza y calzarse las raquetas...

Seguiremos campeando
Jorge Falagán